Trinidad de León-Sotelo
ABC, 13 de diciembre de 2006
El prodigio del alma humana se cuela entre sus páginas. No anda equivocada cuando califica su nuevo poemario, «Los números oscuros» (Siruela), de tremendo. Lo es. La historia de los poemas es curiosa. Clara Janés decidió un buen día enviar un mensaje a un hombre cuyo nombre ni dice, ni le pregunto. Cuenta que aquellas palabras son casi casi el poema que bajo el título del libro aparece en sus páginas. Finalmente, no envió aquel mensaje que, no obstante, guardó. Un año más tarde fue invitada por unos amigos a «El Chorro», lugar próximo a Sepúlveda. Paseó por un bosque que cuenta con la belleza añadida de una cascada y contempló como empezaban a caer cortezas muy finas de los árboles mientras que mariposas negras volaban hacia lo alto.
«Aquel paisaje -evoca- me hizo pensar en el contraste entre lo que es la elevación, y por tanto el sentimiento más puro del hombre, con lo que cae, que es lo oscuro. Así que saqué el mensaje que no envié y así nació el poemario». Todo se mueve entre lo oscuro, que es lo que uno enmascara e impide la comunicación, y el encuentro, que es la fusión del uno con el otro.
Presente en Janés esta idea, no es raro que admita que ha escrito guiada por el amor. En el libro se conforma la vida como deseo. Lo curioso es la mezcla de las matématicas, que se suponen áridas, y los conceptos que abren los 45 poemas: de la música, de la locura, del misterio, del espejismo, del silencio, del rostro amado, de la incompletitud... «Pitágoras ya decía que el Universo está escrito en cifras matématicas, lo mismo afirmaron Platón, Galileo... Aunque el libro me salió de golpe me di cuenta de que se relacionaba con la expresión de Pitágoras, el lenguaje de las matématicas nos sirve para explicar al hombre. La poesía lo ha utilizado siempre y me he servido de algunas cosas como del «Teorema de Gödel», del libro de Douglas R. Hofstadder. En las matemáticas está la verdad y lo difícil es la demostración, como en el caso de los números que son infinitos». El hecho de que en Primaria hayan aumentado las horas dedicadas a las matemáticas y disminuído las dedicadas a Lengua lo comenta así: «El niño tiene que aprender a expresarse bien y eso lo considero por delante de la otra disciplina, porque, con el paso del tiempo, va a necesitar más la forma de expresión a través de la palabra. Ésta es necesaria toda la vida».
Poeta, ensayista, novelista, traductora -ahí están los casos de «Toscana», del checo Vladimir Holan, sobre quien escribió «La voz de Ofelia», y «Nuevo nacimiento», de la persa Forug Farrogzad, en Ediciones del Oriente y el Mediterráneo, al igual que el título citado en primer lugar-, se confiesa fundamentalmente poeta y declara que su faceta de traductora se debe, precisamente, al deseo de conocer en profundidad a otros poetas. Serlo, significa para ella, una condición no sólo verbal, de palabra, sino un modo de ser, de estar en la vida. La poesía es también pensamiento, por eso está tan cerca de la filosofía. Toma unas palabras de Ludwig Wittgenstein: «Para no hacer tonterías, no se puede escribir nada que no venga como escritura».
Cuando Clara despierta cada mañana se dedica a la poesía, sea leyendo, sea escribiendo. «Los números oscuros» ha merecido el XXI Premio Internacional de Poesía Barcarola