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LA MUJER-POLIEDRO
La mujer-poliedro se mece en la rama del árbol,
abre la puerta, extiende libre sus caras,
deja que la empape la lluvia
y que en sus vértices aniden los pájaros.
La mujer-poliedro nunca está triste,
compra el pan,
lleva a los niños al parque,
pasea al lado de los perros
mientras los dueños apoyan en sus aristas los bastones,
hablan lenguas que ella no entiende
y beben cerveza en el bar de la esquina.
La mujer-poliedro no habla, solo observa
y busca en el índice de su viejo libro
el ángulo en el que debe quedarse a vivir.
Chelo de la Torre Ángulos (Ed. Nazarí, 2017)
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(C) José María Sorando Muzás |
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