TRIÁNGULO
La vida va pasando,
los recuerdos pierden el pulso,
y esa sencilla figura
–que tanto dibujé–
ha perdido su norte,
se ha hecho cotidiana.
Rígida, avisa peligro,
dice que no tengo preferencia,
decora el suelo de salones,
embellece a mis amigas
y pinta de colores las catedrales.
Es Dios...
y juguete de niño.
Me han dicho que organiza las bolas de billar,
que se deja oír en algunos conciertos,
y en una sala que lleva
su
nombre
se habla de poesía.
Lo
más sorprendente es saber que hay un triángulo
instalado en la intimidad de mi vecina.
Chelo de la Torre
Ángulos (Ed. Nazarí, 2017)
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