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LÍMITE Esfera ceñida de esferas que no pueden escapar de la esfera única. Manos esféricas ciñéndose a unas piernas que se abrazan redondas, perfectísimas. Si esta esfera que soy ya, que fui yo siempre, desgajara de sí un anillo y lo arrojara, se caería cogido por un extremo, prolongándose hasta pisar el polvo. Ondularía siglos, y su música subiría por temblores a la esfera que le retiene siempre jamás, tan suyo. Sería vertical, hasta que un siglo la curva reclamara ser redonda desde un albor sin ritmo. Subiría otra vez a ser anillo, anegándose por amor de querencia inmarchitable, en la esfera total. Yo he sido anillo, tembloroso al caer, y erguida me dejaba correr desde los tiempos... Mas la esfera sintió que al fin mi esencia debía descansar en lo redondo. Carmen Conde
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(C) José María Sorando Muzás |
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