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LOS ÁNGELES COLEGIALES Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sólo cuando la mirábamos. Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda y que un eclipse de luna equivoca a las flores y adelanta el reloj de los pájaros. Ninguno comprendíamos nada; ni por qué nuestros dedos eran de tinta china y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros. Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética Rafael Alberti
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(C) José María Sorando Muzás |
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