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Poesía y Matemáticas

 

  

UN RECORDATORIO POSITIVO

Un carpintero, cosa enigmática
sentía raro gusto por la matemática.
Un día triste, de faena ayuno,
decidió tallar un cubo
de arista menos uno.

Aunque parezca cosa de ensalmo,
medía su base menos un palmo.
-¿se os hacen los sesos mermelada?-
De largo su cubo tenía, pues,
un palmo menos que nada.

Otro tanto de alto (¿lo dudáis un segundo?)
Y también, menos un palmo de profundo.
Multiplicando, obtendréis para tal cubo
-y sin mucho esforzar vuestro cacumen-
que menos un palmo cúbico es su volumen.

De tablas de madera bien maciza.
Con frente sudorosa serró el cubo
pues aunque cada corte tenía longitud negativa
de tanto menos por menos ni fuerza tuvo.

Por vez segunda construyóse un cubo,
aunque en ésta ningún problema hubo.
Al tomar de signo más cada longitud,
Era su volumen un palmo cúbico
positivo, por tal virtud.

Contaba pues, por sus pecados,
con dos cubos iguales, gemelos descarriados;
deseando saber a qué atenerse,
el segundo colocó sobre el primero.

De signo más los unos, los otros negativos,
algebráicamente se cancelaron sus lados.
Y otro tanto ocurrió con el volumen: nada ganado,
sólo subsistían las superficies.

Pues bien, abrid los ojos: sus áreas
tenían ahora medida doble, soportadas
en algo que por la destreza del fustero
ni ocupaba espacio ni medía nada.

De ébano macizo había cortado
aquellos objetos cúbicos abultados;
todo cuanto ahora subsistía
era sutil especie
de lámina oscura y esquinada.

De doce palmos cuadrados, que no es poco.
Nada pesa ni ocupa espacio en absoluto.
Sigue allí, tirada aúnen la carpintería.
¡A nadie se le ocurre para qué serviría!

  J.A. Lindon  

    

   

 

(C) José María Sorando Muzás

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